::::CULTIVOS TRADICIONALES

El importante y acelerado crecimiento demográfico de las últimas décadas ha generado una creciente demanda de alimentos en el mundo, transformando a la agricultura en una de las principales actividades agropecuarias del planeta.

Es así, que en menos de cuarenta años, la región triplicó su superficie agrícola para la producción de granos -pasando de 20 millones a más de 60 millones de hectáreas sembradas-, incorporando anualmente a la agricultura más de un millón de tierras vírgenes. Este aumento es explicado prácticamente en su totalidad por el crecimiento del cultivo de soja. Siendo Sudamérica (la última gran reserva de suelos cultivables), la única región del mundo que tuvo un crecimiento significativo del área agrícola en las últimas décadas.

Si bien la expansión de la soja en Sudamérica se registra desde comienzos de los años setenta, sobre fines de la década del 90 el crecimiento ha sido impresionante, duplicando la producción, pasando de 45 millones a 90 millones de toneladas anuales.

En Uruguay, después de los años cincuenta, en los que se alcanzaron las mayores superficies cultivadas, la producción agrícola disminuyó significativamente, llegando a los niveles más bajos de la historia. En los últimos 20 años esta situación se revirtió, con una intensificación en el uso del suelo sin precedentes.

Actualmente, en la región y en Uruguay, lidera el proceso de modernización de la agricultura, con la incorporación de nuevas tecnologías, como la siembra directa y los cultivos resistentes a herbicidas, entre otros. En este sentido, la agricultura de granos es el sub-sector agropecuario que muestra mayor incorporación de tecnología, lo que ha llevado a un significativo aumento en su productividad.

En el país, el Litoral Oeste, conformado por los departamentos de Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano, Colonia, San José, Canelones y parte de Florida y Flores, son la principal zona agrícola, responsable de la producción de la mayoría de los cereales (trigo, cebada, avena, maíz, sorgo, etc.) y oleaginosas (soja, girasol, colza, etc.).

La integración de diversos cultivos, permite a los productores, alternar cultivos de invierno, verano y pasturas, dándole un carácter dinámico a la producción. Estos modelos, conocidos como sistemas mixtos agrícolas-ganaderos, han sido parte de la transformación tecnológica ocurrida en la región.

En los últimos años el crecimiento de la agricultura ha generado un desplazamiento de la ganadería hacia otras zonas, aumentando en esta zona los sistemas de agricultura continua.

Los principales cultivos de invierno sembrados en el país son el trigo, la cebada y la avena. En los últimos años la superficie sembrada con cultivos de invierno rondó las 350 mil hectáreas, con un importante aumento en las áreas de trigo y cebada. La superficie sembrada anualmente con trigo se ubica en el entorno de las 190 mil hectáreas y la de cebada en las 120 mil. Las áreas sembradas anualmente de cada cultivo varían, dependiendo de diversos factores como el clima, los mercados, etc. El rubro predominante asociado a los sistemas con agricultura es sin dudas la ganadería de carne. Por ese motivo, la instalación de praderas asociadas con cultivos de invierno constituye una práctica tradicionalmente utilizada por productores agrícola-ganaderos. Cerca de 100 mil hectáreas son sembradas utilizando esta modalidad, lo que equivale al 27% del área total de cultivos de invierno. La proporción de siembras asociadas es mayor en los cultivos de avena y trigo, en tanto que en la cebada el porcentaje es notoriamente inferior. En verano, los principales cultivos sembrados en el país son la soja, el girasol, el maíz y el sorgo. La superficie sembrada con cultivos de verano se ubica en el entorno de las 420 mil hectáreas, variando también en función de distintos factores. Por orden de superficie, se siembran anualmente cerca de 300 mil hectáreas de soja, 50 mil hectáreas de girasol, 50 mil hectáreas de maíz y 15 mil hectáreas de sorgo.